Los siguientes son los síntomas más comunes del PTSD. Sin embargo, cada niño puede experimentarlos de una forma diferente.
Los niños y adolescentes que padecen PTSD sufren una angustia emocional, mental y física extrema cuando se ven expuestos a situaciones que les recuerdan el suceso traumático. Algunos vuelven a vivir el trauma repetidas veces en forma de pesadillas y recuerdos perturbadores cuando están despiertos, y pueden experimentar también todos o algunos de los siguientes problemas:
Alteraciones del sueño
Depresión
Sensación de inquietud, de "estar en guardia"
Facilidad para sobresaltarse
Pérdida de interés en cosas que solía disfrutar; desapego; ausencia general de receptividad; sensación de adormecimiento
Dificultades para demostrar cariño
Irritabilidad, mayor agresividad que antes del suceso traumático, que puede manifestarse incluso violentamente
Evitar ciertos lugares o situaciones que despiertan recuerdos desagradables
Imágenes recurrentes que no pueden evitarse (estos recuerdos pueden tomar la forma de imágenes, sonidos, olores o sentimientos y el individuo por lo general cree que el suceso traumático está volviendo a ocurrir)
Pérdida de contacto con la realidad
Vivencia recurrente de un suceso traumático que puede durar unos segundos, horas o, muy raramente, días enteros
Problemas en la escuela; dificultad para concentrarse
Preocupación por morir a edad temprana
Conducta regresiva; comportarse como si tuviera menos edad (por ejemplo, succionarse el pulgar, incontinencia nocturna)
Síntomas físicos (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago)
¿Cómo se diagnostica el trastorno por estrés postraumático?
No todos los niños y adolescentes que experimentan un traumatismo desarrollan PTSD. El PTSD se diagnostica sólo si los síntomas continúan durante más de un mes y tienen un efecto negativo sobre la vida del niño y el nivel de funcionamiento. En el caso de quienes sufren PTSD, los síntomas se inician unos tres meses después del suceso traumático, aunque pueden manifestarse también muchos meses después, e incluso años más tarde.
El PTSD puede producirse a cualquier edad, incluso en la infancia, y muchas veces va acompañado de otras manifestaciones, como:
Depresión
Abuso de sustancias
Ansiedad
La duración del trastorno varía. Algunas personas se recuperan en el curso de seis meses; otras padecen los síntomas durante mucho más tiempo.
Un psiquiatra infantil u otro profesional de la salud mental calificado normalmente diagnostica el PTSD en niños y adolescentes a partir de una evaluación psiquiátrica completa. Los padres que advierten síntomas de PTSD en sus niños o hijos adolescentes pueden ayudar procurando una evaluación precoz. El tratamiento temprano puede disminuir los problemas futuros.
Tratamiento para el trastorno por estrés postraumático:
El tratamiento específico para el trastorno por estrés postraumático será determinado por el médico de su hijo basándose en lo siguiente:
La edad de su hijo, su estado general de salud y sus antecedentes médicos
Qué tan avanzados son los síntomas de su hijo
La tolerancia de su hijo a determinados medicamentos o terapias
Sus expectativas para la trayectoria del trastorno
Su opinión o preferencia
El PTSD se puede tratar. La detección e intervención tempranas son muy importantes y pueden reducir la gravedad de los síntomas, estimular el crecimiento y el desarrollo normal del niño, y mejorar la calidad de vida de los niños o adolescentes que tienen PTSD. El tratamiento siempre se debe basar en una evaluación exhaustiva del niño y la familia. Las recomendaciones de tratamiento pueden incluir la terapia cognitiva de comportamiento para el niño. La terapia cognitiva de comportamiento se centra en ayudar al niño o adolescente a adquirir habilidades para controlar su ansiedad y ayudarlo a dominar la situación o las situaciones que contribuyeron al desarrollo del PTSD. Algunos niños también se benefician del tratamiento con medicamentos antidepresivos o contra la ansiedad para ayudarlos a tranquilizarse. La tasa de recuperación de PTSD en niños y adolescentes es muy variable y depende de la fortaleza interna, la capacidad para enfrentar dificultades y la capacidad de recuperación (habilidad para "levantarse"). La recuperación también se ve influenciada por el apoyo disponible en el entorno familiar. Los padres tienen un rol vital de apoyo en cualquier proceso de tratamiento.
Prevención del trastorno por estrés postraumático:
Las medidas preventivas para reducir la incidencia o disminuir las posibilidades de las experiencias traumáticas en los niños incluyen, entre otras, las siguientes:
Enseñar al niño que está bien decirle NO a alguien que intenta tocar su cuerpo o acercarse de cualquier manera que lo haga sentir incómodo.
Enseñar al niño que está bien contarle de inmediato a un adulto de su confianza que alguien lo ha hecho sentir incómodo.
Brindar el apoyo y los consejos adecuados a los niños y los adolescentes que hayan experimentado o presenciado un suceso traumático.
Fomentar los programas de prevención en la comunidad o en el sistema escolar de la zona.
Los niños y adolescentes que padecen PTSD sufren una angustia emocional, mental y física extrema cuando se ven expuestos a situaciones que les recuerdan el suceso traumático. Algunos vuelven a vivir el trauma repetidas veces en forma de pesadillas y recuerdos perturbadores cuando están despiertos, y pueden experimentar también todos o algunos de los siguientes problemas:
Alteraciones del sueño
Depresión
Sensación de inquietud, de "estar en guardia"
Facilidad para sobresaltarse
Pérdida de interés en cosas que solía disfrutar; desapego; ausencia general de receptividad; sensación de adormecimiento
Dificultades para demostrar cariño
Irritabilidad, mayor agresividad que antes del suceso traumático, que puede manifestarse incluso violentamente
Evitar ciertos lugares o situaciones que despiertan recuerdos desagradables
Imágenes recurrentes que no pueden evitarse (estos recuerdos pueden tomar la forma de imágenes, sonidos, olores o sentimientos y el individuo por lo general cree que el suceso traumático está volviendo a ocurrir)
Pérdida de contacto con la realidad
Vivencia recurrente de un suceso traumático que puede durar unos segundos, horas o, muy raramente, días enteros
Problemas en la escuela; dificultad para concentrarse
Preocupación por morir a edad temprana
Conducta regresiva; comportarse como si tuviera menos edad (por ejemplo, succionarse el pulgar, incontinencia nocturna)
Síntomas físicos (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago)
¿Cómo se diagnostica el trastorno por estrés postraumático?
No todos los niños y adolescentes que experimentan un traumatismo desarrollan PTSD. El PTSD se diagnostica sólo si los síntomas continúan durante más de un mes y tienen un efecto negativo sobre la vida del niño y el nivel de funcionamiento. En el caso de quienes sufren PTSD, los síntomas se inician unos tres meses después del suceso traumático, aunque pueden manifestarse también muchos meses después, e incluso años más tarde.
El PTSD puede producirse a cualquier edad, incluso en la infancia, y muchas veces va acompañado de otras manifestaciones, como:
Depresión
Abuso de sustancias
Ansiedad
La duración del trastorno varía. Algunas personas se recuperan en el curso de seis meses; otras padecen los síntomas durante mucho más tiempo.
Un psiquiatra infantil u otro profesional de la salud mental calificado normalmente diagnostica el PTSD en niños y adolescentes a partir de una evaluación psiquiátrica completa. Los padres que advierten síntomas de PTSD en sus niños o hijos adolescentes pueden ayudar procurando una evaluación precoz. El tratamiento temprano puede disminuir los problemas futuros.
Tratamiento para el trastorno por estrés postraumático:
El tratamiento específico para el trastorno por estrés postraumático será determinado por el médico de su hijo basándose en lo siguiente:
La edad de su hijo, su estado general de salud y sus antecedentes médicos
Qué tan avanzados son los síntomas de su hijo
La tolerancia de su hijo a determinados medicamentos o terapias
Sus expectativas para la trayectoria del trastorno
Su opinión o preferencia
El PTSD se puede tratar. La detección e intervención tempranas son muy importantes y pueden reducir la gravedad de los síntomas, estimular el crecimiento y el desarrollo normal del niño, y mejorar la calidad de vida de los niños o adolescentes que tienen PTSD. El tratamiento siempre se debe basar en una evaluación exhaustiva del niño y la familia. Las recomendaciones de tratamiento pueden incluir la terapia cognitiva de comportamiento para el niño. La terapia cognitiva de comportamiento se centra en ayudar al niño o adolescente a adquirir habilidades para controlar su ansiedad y ayudarlo a dominar la situación o las situaciones que contribuyeron al desarrollo del PTSD. Algunos niños también se benefician del tratamiento con medicamentos antidepresivos o contra la ansiedad para ayudarlos a tranquilizarse. La tasa de recuperación de PTSD en niños y adolescentes es muy variable y depende de la fortaleza interna, la capacidad para enfrentar dificultades y la capacidad de recuperación (habilidad para "levantarse"). La recuperación también se ve influenciada por el apoyo disponible en el entorno familiar. Los padres tienen un rol vital de apoyo en cualquier proceso de tratamiento.
Prevención del trastorno por estrés postraumático:
Las medidas preventivas para reducir la incidencia o disminuir las posibilidades de las experiencias traumáticas en los niños incluyen, entre otras, las siguientes:
Enseñar al niño que está bien decirle NO a alguien que intenta tocar su cuerpo o acercarse de cualquier manera que lo haga sentir incómodo.
Enseñar al niño que está bien contarle de inmediato a un adulto de su confianza que alguien lo ha hecho sentir incómodo.
Brindar el apoyo y los consejos adecuados a los niños y los adolescentes que hayan experimentado o presenciado un suceso traumático.
Fomentar los programas de prevención en la comunidad o en el sistema escolar de la zona.
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