jueves, 26 de julio de 2007

AFECCIONES DEL ESTRES


Todos conocemos a alguien a quien, de repente y con significativa frecuencia, se le está cayendo el pelo. Otro que tiene resfríos constantes. Un tercero al que le aparecen herpes o enfermedades infecciosas en general. Y un último amigo, familiar o conocido que prácticamente enmudece por inexplicables faringitis y laringitis.Ahora se tiene certeza, por evidencias clínicas y casuísticas, que esas personas pueden ser víctimas del estrés. Una afección que no sólo puede manifestarse bajo la forma de ansiedad (la más típica) sino que además puede provocar trastornos en cuatro áreas: psicológica, neurológica, inmunológica y endocrinológica. Así se demuestra que el estrés genera más afecciones de lo que se creía.Esos son los caminos que por lo general utiliza para manifestarle al cuerpo que algo no está bien. Y que si no se baja un cambio a tiempo, ese trastorno se puede hacer crónico y transformarse en un serio peligro para el organismo (ver infografía). En boletines de divulgación sobre medicina del estrés, esta situación suele definirse así: "El estrés primero le avisa al cuerpo que algo no está bien; después le susurra y por último le grita".Los gritos pueden aparecer en forma de dolencias cardíacas: una persona estresada tiene entre 2 y 3 veces más posibilidades de padecer un infarto agudo de miocardio. También puede tener problemas gastrointestinales o caer bajo los oscuros influjos de la depresión, entre otros. Según estimaciones de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES), del total de personas que van a consulta por esos síntomas que podrían asociarse con ese cuadro, el 65 por ciento —luego de los análisis correspondientes— efectivamente está estresada. Otra forma, aunque indirecta, de tener una idea de cuántas personas están afectadas por esta "epidemia del siglo XXI" es la ansiedad, factor íntimamente asociado con lo que se conoce como "estresores". En Buenos Aires y Capital Federal, las consultas por trastornos de ansiedad son casi el 50 por ciento del total de las recibidas en centros asistenciales públicos, según datos del libro Ataques de pánico y trastornos de fobia y ansiedad, editado por el Fobia Club. La cifra creció, además, un 20 por ciento en los últimos años. Se calcula, a partir de esa estimación, que los niveles en la Argentina serían similares a los de España y de los Estados Unidos, donde entre un 20 y 30 por ciento de la población tendría posibilidad de desarrollar un trastorno de este tipo.

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