Según estadísticas sanitarias recientes, al menos tres cuartas partes de la población española ha sufrido alguna vez un dolor intenso de espalda. Algunos neurólogos y traumatólogos hablan ya de la "enfermedad de la civilización". No en vano el dolor de espalda es el problema que más prevalece en las sociedades industrializadas.
Se trata de un proceso tan frecuente que es el responsable de una de cada tres bajas en el mundo laboral de nuestro país. Se calcula, por las mismas fuentes, que alrededor del 50 % de las personas que interrumpen frecuentemente su actividad profesional lo hacen debido a una pérdida considerable de la resistencia o movilidad de la columna vertebral. Una sola de sus etiquetas, la tan conocida "lumbalgia", genera, aproximadamente, dos millones de consultas al año y casi medio billón de pesetas en gastos sanitarios.
Todos sabemos que la columna vertebral es el eje central del cuerpo humano. No es una estructura rígida e inmóvil, sino que permite importantes movimientos en cualquiera de las actividades de la vida diaria. Los profesionales de la enseñanza también estamos sujetos a estas leyes de la columna vertebral y bajo sus efectos engrosamos las estadísticas anteriormente mencionadas. No es cierto, aunque contradiga la opinión popular, que las lumbalgias o lumbagos se produzcan por grandes esfuerzos. Según el Doctor Hernán Silván, la mayoría de ellos "...son producidos a consecuencia de defectuosas actitudes posturales o esfuerzos mínimos en mala posición para la columna o raquis...".
Otra gran parte de las molestias de la espalda están producidas por problemas mecánicos degenerativos leves, como la artrosis. Estos dolores también pueden estar causados por enfermedades del sistema nervioso, por traumatismos (como fracturas o esguinces) o por procesos metabólicos y de descalcificación. Igualmente, puede, pueden estar en su origen las enfermedades inflamatorias de las articulaciones de la columna.
No menos importantes en dicha génesis es la exposición permanente y diaria que sufren los docentes al tener que realizar esfuerzos psíquicos mantenidos, que desembocan en estados de ansiedad y estrés y en trastornos psicosomáticos. Este modo de anomalías conduce a la musculatura a contracción permanente y, al final, a degeneración y deformación progresiva, especialmente en las zonas cervical y lumbar.
Se trata de un proceso tan frecuente que es el responsable de una de cada tres bajas en el mundo laboral de nuestro país. Se calcula, por las mismas fuentes, que alrededor del 50 % de las personas que interrumpen frecuentemente su actividad profesional lo hacen debido a una pérdida considerable de la resistencia o movilidad de la columna vertebral. Una sola de sus etiquetas, la tan conocida "lumbalgia", genera, aproximadamente, dos millones de consultas al año y casi medio billón de pesetas en gastos sanitarios.
Todos sabemos que la columna vertebral es el eje central del cuerpo humano. No es una estructura rígida e inmóvil, sino que permite importantes movimientos en cualquiera de las actividades de la vida diaria. Los profesionales de la enseñanza también estamos sujetos a estas leyes de la columna vertebral y bajo sus efectos engrosamos las estadísticas anteriormente mencionadas. No es cierto, aunque contradiga la opinión popular, que las lumbalgias o lumbagos se produzcan por grandes esfuerzos. Según el Doctor Hernán Silván, la mayoría de ellos "...son producidos a consecuencia de defectuosas actitudes posturales o esfuerzos mínimos en mala posición para la columna o raquis...".
Otra gran parte de las molestias de la espalda están producidas por problemas mecánicos degenerativos leves, como la artrosis. Estos dolores también pueden estar causados por enfermedades del sistema nervioso, por traumatismos (como fracturas o esguinces) o por procesos metabólicos y de descalcificación. Igualmente, puede, pueden estar en su origen las enfermedades inflamatorias de las articulaciones de la columna.
No menos importantes en dicha génesis es la exposición permanente y diaria que sufren los docentes al tener que realizar esfuerzos psíquicos mantenidos, que desembocan en estados de ansiedad y estrés y en trastornos psicosomáticos. Este modo de anomalías conduce a la musculatura a contracción permanente y, al final, a degeneración y deformación progresiva, especialmente en las zonas cervical y lumbar.
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