miércoles, 8 de agosto de 2007

MÁS AUTOESTIMA, MENOS ESTRÉS


Poseer alta autoestima está directamente relacionado con padecer menos estrés, ya que los sentimientos de confianza en nuestras capacidades (para pensar y enfrentarnos a los desafíos de la vida), desembocan en seguridad para reforzar nuestro derecho a triunfar, a ser felices y respetados, a emprender nuevos proyectos y a tener la constancia y disciplina necesarias para concluir lo que nos propongamos.
Como características de una buena autoestima está la expresión afectiva, esto es, ser capaces de dar y recibir afecto, saber valerse por uno mismo en todas las situaciones que se presentan en la vida, aceptarse plenamente, ser tolerantes y tener consideración por nuestros semejantes, no ser egoístas y respetar a los demás; una baja autoestima, por el contrario, se caracteriza por no sabernos valorar, permitir que los demás nos hagan sentir menos y creer que nadie nos puede llegar a querer, además de pensar que nunca podremos realizar nuestros objetivos.
Es por estos motivos que si tenemos buena autoestima los factores externos no harán mella en nosotros, reduciendo las situaciones de estrés, al mismo tiempo que cuando estas aparezcan sabremos cómo manejarlas. Si usted detecta algún problema con su autoestima, lo mejor será que acuda a un profesional (psicólogo) para que lo oriente y encuentre la raíz del trastorno.
Cuando lo que nos ocurre es que simplemente estamos agotados y sometidos a circunstancias prolongadas de mucha tensión, existen diversas opciones mediante las cuales podemos relajarnos y reponer energías. He aquí algunas de ellas:
Técnicas de relajación y meditación.
Práctica de ejercicio físico.
Buena alimentación.
Aceptación de nuestros errores como parte de la naturaleza humana.
Adecuada administración del tiempo, el cual debe contemplar etapas de recreación y entretenimiento.
Compartir las adversidades con alguien de absoluta confianza.
Modificar el enfoque de nuestras experiencias, para encontrar el ángulo positivo en cada una de ellas.
Saber dividir los problemas en partes, para solucionarlos eficazmente, además de felicitarnos y recompensarnos cuando los hemos resuelto.
Aprender de los errores, para no repetirlos en el futuro.
Ponga atención a cada uno de los puntos anteriores y, sobre todo, practíquelos con constancia. El estrés es parte de la vida y como tal hay que aceptarlo y aprender a vivir con él, sólo así lograremos desarrollar una personalidad emprendedora, que acepte los retos del día a día.

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